Mas sobre el segundo piso
A cinco horas de haberse abierto a la circulación, el segundo piso del Periférico se convirtió ayer en un embudo elevado que obligó a las autoridades capitalinas a cerrar los cinco accesos de la vialidad inaugurada la víspera con una fiesta de 300 mil pesos.
Centenas de automovilistas que decidieron usar la obra en su primer día de operaciones se toparon con un cuello de botella en la única salida de la vía, con un solo carril a la altura del Eje 6, que originó, al principio, un lento avance de los autos y, luego, un verdadero estacionamiento en donde la velocidad máxima que se podía alcanzar era de 10 kilómetros por hora.
Los cierres del segundo piso de regreso —que va de San Jerónimo a San Antonio— se dieron en al menos tres ocasiones, pues los autos saturaron los tres carriles a lo largo de los 12 kilómetros de la vialidad. Hasta una hora tardaron en salir, pues no se planearon otras rampas para aligerar la carga vehicular.
A las cinco y media de la madrugada, Pedro Luna, responsable de tránsito y vialidad de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina dio el banderazo de salida para los primeros conductores que usaron la obra. Pero a las 10:30 horas, se ordenó el primer cierre.
Policías del sector San Ángel bloquearon con motopatrullas las rampas de incorporación a la vialidad elevada.
También los accesos a Río Becerra y al distribuidor vial San Antonio fueron cerrados para evitar que los automovilistas se incorporaran al distribuidor y se sumaran al caos con los que venían de San Jerónimo.
Media hora después, se pensó que el problema estaba resuelto y se decidió reabrir la vialidad. Pero a las 12:30 horas, el problema se repitió.
Elementos de la Secretaría de Seguridad Pública debieron prohibir nuevamente el paso a los automovilistas hacia la vialidad elevada y esta vez tardaron tres horas en desahogar el tráfico.
Luego reabrieron los accesos a la vialidad, pero en vano: faltando pocos minutos para las 17:00 horas, el segundo piso estaba otra vez lleno de autos aparcados en espera de avanzar y se determinó por tercera ocasión bloquear los tres accesos ubicados a la altura de San Jerónimo, el de Las Flores y el de Benvenuto Cellini.
Los automóviles que se quedaron embotellados a esa hora circularon, a lo mucho, a cinco kilómetros por hora para recorrer los 12.5 kilómetros de vialidad, que según el Gobierno del Distrito Federal se transitarían en siete minutos. Algunos tardaron hasta hora y media para bajar.
Crónica dio a conocer desde enero pasado que el proyecto del segundo piso no contempló la edificación de gasas de descenso que conectaran nuevamente con Periférico.
Como si estuvieran en una montaña rusa que se descompuso en la cima, los conductores se quejaban de haber utilizado la nueva vialidad.
“No sé por qué me subí, fue el peor error que pude haber cometido, me hubiera ido por los centrales, al fin que ya uno está acostumbrado al tráfico pero aquí hasta claustrofobia me da”, dijo Elena Espinoza.
“Más vale viejo por conocido que nuevo por conocer”; refirió Manuel Bustos, quien consideró que es mejor circular por Periférico que por el segundo piso.
Pedro Luna, el responsable de la vialidad en el DF, atribuyó el asentamiento vehicular a que los automovilistas no querían avanzar por ver el panorama y rechazó que la obra no fuera funcional.
Centenas de automovilistas que decidieron usar la obra en su primer día de operaciones se toparon con un cuello de botella en la única salida de la vía, con un solo carril a la altura del Eje 6, que originó, al principio, un lento avance de los autos y, luego, un verdadero estacionamiento en donde la velocidad máxima que se podía alcanzar era de 10 kilómetros por hora.
Los cierres del segundo piso de regreso —que va de San Jerónimo a San Antonio— se dieron en al menos tres ocasiones, pues los autos saturaron los tres carriles a lo largo de los 12 kilómetros de la vialidad. Hasta una hora tardaron en salir, pues no se planearon otras rampas para aligerar la carga vehicular.
A las cinco y media de la madrugada, Pedro Luna, responsable de tránsito y vialidad de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina dio el banderazo de salida para los primeros conductores que usaron la obra. Pero a las 10:30 horas, se ordenó el primer cierre.
Policías del sector San Ángel bloquearon con motopatrullas las rampas de incorporación a la vialidad elevada.
También los accesos a Río Becerra y al distribuidor vial San Antonio fueron cerrados para evitar que los automovilistas se incorporaran al distribuidor y se sumaran al caos con los que venían de San Jerónimo.
Media hora después, se pensó que el problema estaba resuelto y se decidió reabrir la vialidad. Pero a las 12:30 horas, el problema se repitió.
Elementos de la Secretaría de Seguridad Pública debieron prohibir nuevamente el paso a los automovilistas hacia la vialidad elevada y esta vez tardaron tres horas en desahogar el tráfico.
Luego reabrieron los accesos a la vialidad, pero en vano: faltando pocos minutos para las 17:00 horas, el segundo piso estaba otra vez lleno de autos aparcados en espera de avanzar y se determinó por tercera ocasión bloquear los tres accesos ubicados a la altura de San Jerónimo, el de Las Flores y el de Benvenuto Cellini.
Los automóviles que se quedaron embotellados a esa hora circularon, a lo mucho, a cinco kilómetros por hora para recorrer los 12.5 kilómetros de vialidad, que según el Gobierno del Distrito Federal se transitarían en siete minutos. Algunos tardaron hasta hora y media para bajar.
Crónica dio a conocer desde enero pasado que el proyecto del segundo piso no contempló la edificación de gasas de descenso que conectaran nuevamente con Periférico.
Como si estuvieran en una montaña rusa que se descompuso en la cima, los conductores se quejaban de haber utilizado la nueva vialidad.
“No sé por qué me subí, fue el peor error que pude haber cometido, me hubiera ido por los centrales, al fin que ya uno está acostumbrado al tráfico pero aquí hasta claustrofobia me da”, dijo Elena Espinoza.
“Más vale viejo por conocido que nuevo por conocer”; refirió Manuel Bustos, quien consideró que es mejor circular por Periférico que por el segundo piso.
Pedro Luna, el responsable de la vialidad en el DF, atribuyó el asentamiento vehicular a que los automovilistas no querían avanzar por ver el panorama y rechazó que la obra no fuera funcional.
Etiquetas: Corrupción, Segundos Pisos
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